Nam June Paik, Exposition of music television, 1963 |
La vastedad de razones por las cuales muchos artistas integraron el medio del vídeo a su actividad no impide la enumeración de algunas de ellas: su portabilidad y fácil acceso en comparación con el cine; la facilidad con que se prestó como medio de documentación, registro y posterior reproducción de distintas actividades culturales; su condición de medio sin historia ni tradición y, por consiguiente, sin ideología asociada; o su capacidad de hacerle frente a la televisión como representante del poder hegemónico económico y cultural.
Es importante destacar además la similitud del vídeo con la forma en que se presenta la realidad de la vida como otro de los factores decisivos en muchas de las propuestas videoartísticas.
La inclusión del vídeo en el arte de la mano del grupo Fluxus será determinante en el posterior desarrollo de estrategias avocadas al trabajo con la cotidianidad. Artistas como Nam June Paik y wolf Vostell, serán dos de los pioneros en la utilización del vídeo como material artístico.
El vídeo tiene esa propiedad técnica que acompaña más que el cine la fugacidad de acciones espontáneas e improvisadas y el trabajo en ambientes más íntimos. A su vez, esta propiedad interviene directamente en el tipo de narrativa: piezas de poca duración que transgreden el clásico orden cinematográfico de principio, desarrollo, desenlace y fin. En este sentido el relato es abierto e indeterminado.
Así el vídeo garantizaba los objetivos principales de la neo-vanguardia como la postura anti-mercantilista y anti-institucional.
Por su parte Christine Hill, conservadora del Museo de Arte Moderno de San Francisco, afirma que “una idea fundamental sostenida por la primera generación de video artistas era que para tener una relación crítica con una sociedad televisiva había que participar, en lo esencial, televisivamente”.
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